Las entidades señalan que sin su ayuda
no se podrían llevar a cabo las acciones. Más de mil personas se han
sumado a Cáritas desde 2010
Más voluntarios con la crisis
BARCELONA- Uno de los efectos que ha tenido la
crisis, ha sido el aumento de solidaridad entre los catalanes. En los
últimos años, el número de personas que dedican parte de su tiempo a
ayudar a los demás ha crecido notablemente. «Las cifras lo constatan, en
2010 tuvimos 520 nuevas incorporaciones, el año pasado 549 y en lo que
llevamos de año ya se han unido casi 300 voluntarios más», explica el
responsable del programa de voluntarios de Cáritas, Jaume Casases, que
cuenta con casi 4.000 voluntarios en las diócesis de Barcelona, Sant
Feliu y Terrassa.
«Ante una situación de dificultad económica que afecta a gente muy cercana, la sociedad está más sensibilizada y quiere actuar, y por otro lado las personas que están en el paro o los prejubilados tienen más tiempo libre para dedicar a los demás», dice Casases. «Muchos no pueden hacer aportaciones económicas pero saben que pueden dar su tiempo», añade.
Repartir comidas a personas sin hogar, pasar una tarde con gente mayor sin recursos, dar clases de refuerzo escolar a niños en riesgo de exclusión, participar en recolectas de alimentos, entretener a los más pequeños en los hospitales o enseñar castellano y catalán a inmigrantes. «Existe un amplio abanico de actividades, ya que hay un amplio colectivo de personas que necesitan ayuda», explica el coordinador de Cruz Roja en Cataluña, Enric Morist, cuya entidad ha aumentado en los últimos años tanto su número de voluntarios como de socios. Mientras en 2009 Cruz Roja contaba con 15.949 voluntarios, en abril de 2012 la cifra supera los 17.600.
Desde los 16 años
«Se puede ser voluntario a partir de los 16 años», explica el coordinador, que añade que los aspirantes reciben una formación previa básica. «Son esenciales para atender a todo el mundo que lo necesita, sin ellos las entidades no podríamos llevar a cabo las tareas, su labor no se puede pagar con dinero», agradece Morist que resalta que «el aumento de la solidaridad en momentos de dificultad dice mucho a favor de nuestra sociedad».
«Siempre había querido hacer voluntariado pero como trabajaba casi no tenía tiempo, así que cuando en septiembre me quedé sin trabajo y decidí hacerme voluntaria de Cruz Roja», explica Chari Merino, de 50 años y ex empleada de una entidad bancaria de Tarragona. «Siempre me ha gustado el contacto con la gente y aportar mi granito de arena», explica esta mujer que dos días a la semana atiende a mujeres maltratadas. «Al principio tenía miedo de venirme abajo pero a medida que pasan los días te haces valiente al ver la suerte que tienes. Estoy muy contenta y satisfecha de lo que hago», añade la mujer, que la próxima semana empezará también a llevar comida a domicilio a personas solas y sin recursos.
Fernando Sánchez, de 66 años, es voluntario de Cáritas desde septiembre de 2011, tras jubilarse. «Decidí apuntarme a tareas de voluntariado para repartir mi felicidad y ganas de vivir con quien más lo necesita», relata este ex,director comercial. «Siempre he sido muy activo y ahora dos días a la semana voy a pasear con dos personas mayores y otro día voy a una residencia de drogodependientes donde estamos haciendo un huerto», relata.
«Dedicaba muchas horas a mi faceta profesional, pero buscaba algo que me hiciera mejorar mi persona y, hace un año, decidí hacerme voluntaria», dice Laura Espuna, de 34 años y voluntaria del programa de la Obra Social La Caixa. «Desde que hago voluntariado me siento mejor persona» confiesa Espuna, que reconoce que «te sientes egoísta porque la compensación te la llevas tú».
Compromiso y ayuda desde la propia empresa
A través del programa de voluntariado vorporativo de la Obra Social La Caixa, la entidad bancaria ofrece a sus empleados la posibilidad de ayudar a los más necesitados. «Somos ya más de 4.300 y en los últimos cinco meses se han apuntado 200», explica el presidente de la federación de asociaciones de voluntarios de La Caixa, Lluis Romeu. «Mi trabajo me da una compensación económica y el voluntariado una compensación intangible que vale mucho más», recuerda Laura Espuna, empleada de La Caixa. «En mi caso ayudo según mi disponibilidad», dice.
«Ante una situación de dificultad económica que afecta a gente muy cercana, la sociedad está más sensibilizada y quiere actuar, y por otro lado las personas que están en el paro o los prejubilados tienen más tiempo libre para dedicar a los demás», dice Casases. «Muchos no pueden hacer aportaciones económicas pero saben que pueden dar su tiempo», añade.
Repartir comidas a personas sin hogar, pasar una tarde con gente mayor sin recursos, dar clases de refuerzo escolar a niños en riesgo de exclusión, participar en recolectas de alimentos, entretener a los más pequeños en los hospitales o enseñar castellano y catalán a inmigrantes. «Existe un amplio abanico de actividades, ya que hay un amplio colectivo de personas que necesitan ayuda», explica el coordinador de Cruz Roja en Cataluña, Enric Morist, cuya entidad ha aumentado en los últimos años tanto su número de voluntarios como de socios. Mientras en 2009 Cruz Roja contaba con 15.949 voluntarios, en abril de 2012 la cifra supera los 17.600.
Desde los 16 años
«Se puede ser voluntario a partir de los 16 años», explica el coordinador, que añade que los aspirantes reciben una formación previa básica. «Son esenciales para atender a todo el mundo que lo necesita, sin ellos las entidades no podríamos llevar a cabo las tareas, su labor no se puede pagar con dinero», agradece Morist que resalta que «el aumento de la solidaridad en momentos de dificultad dice mucho a favor de nuestra sociedad».
«Siempre había querido hacer voluntariado pero como trabajaba casi no tenía tiempo, así que cuando en septiembre me quedé sin trabajo y decidí hacerme voluntaria de Cruz Roja», explica Chari Merino, de 50 años y ex empleada de una entidad bancaria de Tarragona. «Siempre me ha gustado el contacto con la gente y aportar mi granito de arena», explica esta mujer que dos días a la semana atiende a mujeres maltratadas. «Al principio tenía miedo de venirme abajo pero a medida que pasan los días te haces valiente al ver la suerte que tienes. Estoy muy contenta y satisfecha de lo que hago», añade la mujer, que la próxima semana empezará también a llevar comida a domicilio a personas solas y sin recursos.
Fernando Sánchez, de 66 años, es voluntario de Cáritas desde septiembre de 2011, tras jubilarse. «Decidí apuntarme a tareas de voluntariado para repartir mi felicidad y ganas de vivir con quien más lo necesita», relata este ex,director comercial. «Siempre he sido muy activo y ahora dos días a la semana voy a pasear con dos personas mayores y otro día voy a una residencia de drogodependientes donde estamos haciendo un huerto», relata.
«Dedicaba muchas horas a mi faceta profesional, pero buscaba algo que me hiciera mejorar mi persona y, hace un año, decidí hacerme voluntaria», dice Laura Espuna, de 34 años y voluntaria del programa de la Obra Social La Caixa. «Desde que hago voluntariado me siento mejor persona» confiesa Espuna, que reconoce que «te sientes egoísta porque la compensación te la llevas tú».
Compromiso y ayuda desde la propia empresa
A través del programa de voluntariado vorporativo de la Obra Social La Caixa, la entidad bancaria ofrece a sus empleados la posibilidad de ayudar a los más necesitados. «Somos ya más de 4.300 y en los últimos cinco meses se han apuntado 200», explica el presidente de la federación de asociaciones de voluntarios de La Caixa, Lluis Romeu. «Mi trabajo me da una compensación económica y el voluntariado una compensación intangible que vale mucho más», recuerda Laura Espuna, empleada de La Caixa. «En mi caso ayudo según mi disponibilidad», dice.
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